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Promesas y peligros de Internet

Autor: Geoffrey Nunberg (*)
Fuente: The New York Times, selección semanal elaborada y traducida por El País (24/02/2005)

(*) Lingüista de la Universidad de Stanford. Este artículo apareció en The New York Times el pasado 13/02/2005 bajo el título Teaching Students to Swim in the Online Sea (texto completo únicamente accesible bajo registro).

La expresión "alfabetización en información" suena a algo propio de nuestra época. El mes pasado, un importante desarrollador de tests de aptitud anunció que había creado uno que calcula la capacidad de los estudiantes para evaluar el material de la Red. Ello indicaba un reconocimiento oficial de que los millones invertidos en dotar a escuelas y universidades con accesos a la Red son de escasa utilidad, a menos que los estudiantes sepan cómo rescatar información útil de los enfangados océanos de Internet.

Aprendiendo a distinguir entre las joyas y la basura que ofrece la Red.

Sin duda, "la pericia informática" no es suficiente. Una profesora de literatura escandinava de la Universidad de California describe cómo utilizaban la Red los estudiantes para preparar un trabajo acerca de los vikingos: "Son estudiantes de Berkeley, de modo que, lógicamente, parten de la idea de restringir sus búsquedas a 'Vikingos NO Minnesota", explica, refiriéndose al equipo de fútbol de los Vikingos de Minnesota. "Pero están perfectamente dispuestos a confiar en una página web que habla de antiguos asentamientos vikingos en Oklahoma". Esta naturaleza confiada es un legado de la era de la imprenta. Si tendemos a creernos lo que leemos en los libros es porque han sido cribados por un editor, que decidió que valía la pena imprimirlos, y posteriormente, por el bibliotecario que los adquirió o el profesor que solicitó su compra. La Red no impone esos filtros, aunque permita a los usuarios investigar asuntos que la gente nunca habría ido a consultar a una biblioteca, como comprar una impresora o un billete de avión. Muchos adolescentes usan Internet para informarse de temas sobre los que son reacios a hablar con padres o profesores, como el sexo, las drogas, la depresión y el suicidio.

Pero se da una paradoja en el modo en que la gente concibe Internet. Todos somos conscientes de que la información basura abunda en la Red, pero la mayoría estamos convencidos de que podemos distinguir la buena de la mala. En un estudio publicado hace un mes por Pew project on the Internet & American life, un 87% de los usuarios de buscadores afirma que encuentran lo que buscan siempre o casi siempre. Puede que el nivel de confianza no esté justificado, sobre todo cuando una búsqueda requiere juzgar la credibilidad de una página web. Según el estudio de Pew, sólo un 38% de los usuarios de buscadores son conscientes de la diferencia entre resultados gratuitos y patrocinados, y sólo un 18% sabe distinguirlos.

Un estudio de 2002 dirigido por BJ Fogg [1] [2], psicólogo de Stanford, descubre que la credibilidad de una página web se juzga por su aspecto, y no comprobando quién la creó y por qué. Pero es mucho más fácil en la era crear una página web con aspecto profesional que un libro que parezca creíble.

La alfabetización en la era de la información

Hasta la fecha, los bibliotecarios han llevado la iniciativa en el desarrollo de estándares de alfabetización. Hay cierta paradoja en ello, ya que mucha gente suponía que la era digital no necesitaría de bibliotecas ni bibliotecarios. Pero los estudiantes sólo tienen un contacto limitado con los bibliotecarios, porque realizan la mayoría de las búsquedas de información en la Red desde casa o en su habitación. Y aún más importante, dejar la alfabetización en información sólo en manos de bibliotecarios evidencia una incapacidad para comprender el alcance del problema.

Parte de él reside en la propia palabra "alfabetización", que cubre un amplio territorio, desde las aptitudes para leer y escribir hasta la familiarización con la cultura, pasando por la competencia en materias como las matemáticas o la geografía. Para muchos, "alfabetización en información" sugiere una serie de abecés que podrían englobarse en una asignatura básica sobre información.

Pueden enumerarse algunos principios elementales de la alfabetización en información, como "Reconocer una necesidad de información", "Evaluar las fuentes de forma crítica" y "Comprobar si el promotor de la página goza de buena reputación". Pero esos preceptos apenas sirven de ayuda para lo que la gente hace ahora por Internet.

El pasado otoño, por ejemplo, fui profesor adjunto de un curso de postgrado sobre Calidad de la información en la Escuela de Gestión y Sistemas de Información de Berkeley. Los estudiantes demostraban una gran sofisticación en lo relativo a buscadores y sabían moverse por la Red. Pero hasta ellos tenían dificultades con ejercicios que implicaban evaluar información en ámbitos desconocidos, como utilizar Internet para decidir qué programa de licenciatura en la Red recomendarían a un amigo. El correo electrónico convierte la Red en un enorme servicio de asistencia; algunos grupos de usuarios se asocian con gente que les explica los puntos oscuros de cualquier tema. Pero apenas nadie recurre a ellos.

Por tanto, el adiestramiento en la alfabetización informativa debería permear todos los niveles y cursos educativos, desde los historiadores que consultan narraciones de esclavos en Internet, a profesores de salud y nutrición que enseñen a sus estudiantes dónde hallar información rigurosa en la Red. Incluso así, la mayoría recurrirá a técnicas someras para encontrar y evaluar la información en Internet. Como dice Fogg, la gente confía en impulsos superficiales siempre que puede. Sólo cuando afrontan una cuestión personal grave -problemas de salud, una compra extraordinaria- profundizan más. Por eso, precisamente, hay que asegurarse de que sepan cómo hacerlo.

[25.2.05] [0 comentarios] [#] [lista]


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Publicación: Blogger | Estadísticas: eXTReMe Tracking

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