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  • 17.1.05 | Inteligencia Artificial: ficción y realidad
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Inteligencia Artificial: ficción y realidad

Autor: Jorge Javier Frías Perles
Fuente: El Escéptico Digital [*], nº 29 (2001)
Url documento: http://digital.el-esceptico.org/...

[*] Boletín electrónico editado por la ARP-Sociedad para el Avance del Pensamiento Crítico.

Sobre lo que otros científicos piensan hoy en día en torno a la cuestión de la futura evolución de la Inteligencia Artificial, ver la excelente reseña publicada por Alvy en Microsiervos sobre el libro On Intelligence de Jeff Hawkins (del que también dimos cuenta aquí reproduciendo el artículo "Así funciona la mente", publicado al respecto en El País), y concretamente el último apartado de la misma, "Inteligencia y ordenadores".

El anuncio por parte de un científico ruso de la aparición de una máquina computadora que supuestamente "razona" como los humanos ha vuelto a poner de actualidad la disciplina conocida como Inteligencia Artificial (IA), que permanecía adormecida tras el éxito de Deep Blue, el ordenador que ganó a Gary Kasparov en un torneo de ajedrez. Ante este tipo de noticias, la opinión pública divide su criterio entre quienes dejan llevar su imaginación hasta la ciencia ficción y aquellos que sólo ven en ellas una operación de publicidad. Lo cierto es que la IA tiene un nombre llamativo y estimulante, una corta vida y un inmenso campo aún por explorar; características que la llevan a reclutar adeptos y crearse enemigos con suma facilidad.

El gran esfuerzo tecnológico que conllevó la segunda guerra mundial hizo que florecieran inventos como el computador, avalados por científicos cuya reputación fue ganada en el "campo de batalla". Fue en 1950 cuando Alan Turing [1] [2], héroe nacional británico por su contribución al descifrado de los códigos secretos alemanes, hizo la siguiente pregunta: ¿Pueden pensar las máquinas? Como muy bien razona el propio Turing, antes de responder a esta pregunta habría que definir rigurosamente los conceptos de "pensar" y de "máquina". Si bien a la segunda cuestión tenemos una respuesta, conseguir una descripción clara y concisa de nuestro cerebro es aún una meta lejana.

¿Qué es la Inteligencia Artificial? Tomando la definición de Roger Penrose, la IA consiste en "imitar por medio de máquinas [...] tantas actividades mentales como sea posible, y quizá llegar a mejorar las capacidades humanas en estos aspectos". Esto significa que primero debe definirse formalmente qué es y cómo funciona la actividad cerebral, y luego encontrar procedimientos para simularla. Con tan pretenciosa meta es obvio que los expertos no se pongan de acuerdo y haya un extenso debate entre los que piensan que pronto se conseguirá imitar, y por ende superar, la inteligencia humana, y los que recelan de esta aseveración.

Hay dos vertientes dentro de la IA, según su forma de orientar el problema: "De fuera a dentro", tomando el cerebro como una "caja negra" de la que se obvia su interior para prestar toda la atención a su comportamiento con la creación de programas que lo imiten; o "de dentro a fuera", modelando el funcionamiento de sus células neuronales, y esperando que de su recreación emerja cualquier signo de actividad mental. Ambos enfoques tienen su parcela de éxitos y fracasos, e incluso una cierta rivalidad que evidencia la complejidad de la disciplina y lo lejos que están aún de encontrarse ambas.

La corta historia de la IA ha pasado por etapas de gran creatividad mezcladas con otras de baja actividad. El caso más claro está en la investigación de redes neuronales artificiales: en 1962 Rosenblatt construyó el "perceptron" tomando un modelo muy simplificado de neurona. La novedad del mismo se basaba en la primitiva capacidad que tenía de aprender a realizar sencillas operaciones lógicas. La noción de aprendizaje fascinó a los investigadores, que se volcaron en dicho paradigma. Todo acabó cuando en 1969 el influyente Marvin Minsky publicó un extenso y demoledor trabajo exponiendo las muchas limitaciones de las que el perceptron adolecía. En vez de tomarse esta investigación como una referencia para mejorar el modelo, los investigadores en IA lo abandonó totalmente, pasando 17 años en el olvido hasta que Rumelhart y su equipo del MIT demostraron que el perceptron era susceptible de mejorarse y eludir las limitaciones que Minsky había denunciado. A partir de la fecha el estudio de las redes neuronales artificiales ha crecido exponencialmente.

El estancamiento de la IA viene más por las pretensiones de los investigadores que por los fracasos en sí. Ante cualquier descubrimiento se han lanzado las campanas al vuelo, y se han dicho muchas sandeces. Entre la galería de desatinos que llenan las bibliotecas valga esta muestra: " dentro de una generación [...] el problema de crear una inteligencia artificial se habrá resuelto en gran parte" (Simon, 1965); "dentro de unos años -por los alrededores de 1995, según las actuales tendencias- es probable que veamos al ordenador como una naciente forma de vida, en competencia con el hombre" (Jastrow, 1981); "Nos aproximamos al momento en que prácticamente todas las funciones humanas esenciales, físicas y mentales tendrán su equivalente artificial" (Moravec, 1988). Tanta vana expectativa se ha vuelto en contra de esta disciplina, dando la impresión de que sólo es un juego de unos niños bien creciditos.

Paradójicamente, la IA ha tenido considerable éxito cuando se han fijado metas concretas y realizables. Un ejemplo: gran parte de las investigación se ha centrado en imitar la visión "humana". Con un sistema computador que fuese capaz de ver como nosotros se podría construir un automóvil autónomo, sin piloto. Pronto los investigadores se dieron cuenta de que una cosa es percibir los objetos con la misma calidad y gama de colores que un humano, y otra muy distinta es saber interpretarlo. Así, una cámara que registre una imagen de un cruce con una señal de "stop" debe reconocer que hay una silueta hexagonal en la instantánea, con un significado especial -parada obligatoria- y que concierne al propio conductor. Todo ello debe computarse con el tiempo justo para detenerse en la línea blanca horizontal -a veces imaginaria- que hay en la vía. Aunque no se ha construido ningún vehículo autónomo con la suficiente operatividad, hablar de fracaso es muy relativo, puesto que en el esfuerzo se ha logrado definir con claridad los principios del reconocimiento de formas que actualmente se comercializa tanto en el terreno militar como en el civil, por ejemplo, en el programa de reconocimiento de caracteres que lleva un escáner. Así, los nuevos proyectos son mucho más "humildes", pues ya se conoce mejor las limitaciones de la tecnología.

¿Hacia dónde va, pues, la IA? Especulaciones aparte, la disciplina está madurando, con un mayor conocimiento de neurociencia y de la teoría de computación, con objetivos más concretos y con aplicaciones que se venden en el mercado. Con ello, se está dejando la superchería a un lado, como en su tiempo hizo la astronomía con la astrología o la química con la alquimia. Cuando esto sea una realidad, será posible considerar la inteligencia artificial como "la ciencia que estudia el funcionamiento del cerebro y sus posibles aplicaciones", aunque de ese estudio nunca se llegue a construir una máquina inteligente.

[17.1.05] [0 comentarios] [#] [lista]


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Publicación: Blogger | Estadísticas: eXTReMe Tracking

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